viernes, 11 de septiembre de 2009

ADIOS AL OSCULO

Bueno, aquí estamos viviendo el comienzo del Nuevo Curso. Caramba, dirá alguien al leer este comienzo: Melón esta un poco despistado y no se percata de que el tiempo de la escuela, del bachiller, de la universidad y del trabajo hospitalario ya han pasado y que no esta envuelto en ninguna actividad que pueda rememorar el comienzo del curso, mas allá de llevar nietos al colegio. Craso error, os digo yo. Afortunadamente, mi vida diaria discurre por unos caminos que me permiten vivir el comienzo del curso. Me explico.
Cada día salgo a caminar dos horas y me encuentro a las mismas gentes en los mismos lugares y a la misma hora, con muchas de las cuales se establece una “empatía visual” y como ha empezado el curso ya han venido todas; bueno casi todas . Prometo que en el próximo día os contare como son las mujeres con las que tengo empatía visual.
En el coro, los nuevos y los veteranos, estamos teniendo un examen de evaluación no exento de nerviosidad propia antes de entrar la entrevista y prueba de canto a solas con el Director de Coro. La espera antes de entrar, he de reconocer, que me trajo, cierta entrañable nerviosidad de otros exámenes.
El otro aspecto de este nuevo curso, es la desaparición, por culpa de la nueva gripe, del hábito de saludar, dando la mano acompañada de un ósculo (beso de respeto o afecto).
Esta circunstancia, nos avoca a saludarnos con una mirada y claro aquí es donde se plantea el problema. Es mucho más simple y sin carga afectiva importante, dar la mano a alguien y acercar tu mejilla a la suya, o hacer que lo intentas, que mirarle a los ojos ó soportar su mirada. El intercambio es inmediato y se establece una corriente empática o antipática, no fácil de disimular. Es extraordinariamente agradable saludar a alguien con la mirada dulce y que inmediatamente tu recibes, de vuelta, con el mimo sabor. Claro lo contrario también se dará. Mal asunto será, no arreglar tu situación anímica y optar por el mal recurso de mirar para otro lado.
En fin, desapareció la peseta y llego el euro Ahora desaparecen el saludo de ósculo y apretón de mano para ser sustituido por la empatía visual, cuya coloratura va desde la mirada dulce a aquella otra que te quiere destruir P.Melon

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