Hoy mi paseo habitual ha terminado envuelto en tristezas y nostalgias. De repente, en el retiro, me percate que mañana se inaugura una nueva edición de la Feria del Libro. Me dije, pero que barbaridad, un año menos y envuelto en esas nostalgias, del balance desde la anterior edición anterior, fui caminando por entre cajas, maquinas y muchas gentes que trabajaban, preparándolo todo para la apertura de la feria mañana viernes. Me acordaba de mi abuela, cuando cada noche me decía “quita la hoja del calendario” y mientras la leía yo la oía decir: “otro día que paso”. Ahora si que te entiendo abuela.
Lo único que pude disfrutar tranquilamente, fue la exposición fotográfica, que cada año acompaña la feria y que en esta ocasión versa sobre árboles y los lugares en que viven y se desarrollan. Hay otra exposición fotográfica, titulada La Hora del Recreo, con unas fotos y unas comentarios, bajo cada una de ellas, que hay que tener una conciencia muy laxa, como para que uno mismo, no se haga preguntas incomodas e inquietantes.
Salí del retiro algo “tristoso” ,diciéndome, con que facilidad desenfocamos ó apuntamos a otros sitios, cuando no queremos tener delante de nosotros una realidad, que nunca llegara a ser, porque nacieron allí y no tienen, ni si quiera algo, de lo que disfrutamos y derrochamos los que nacimos aquí . También, al salir, me preguntaba por el año que había gastado y creo que no me atreví a hacer el balance. Camino de casa encontré un mendigo, un señor que tocaba el acordeón en una esquina y un joven que cantaba plena calle Goya y a todos les di unas monedas ¡TREMENDO!
PPmelon.
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