domingo, 19 de diciembre de 2010

CARTA PARA EMILIA

Hola Emilia. ¿Te acuerdas de mi ?. Seguro que si. Mira por donde, ahora resulta que soy miembro de un coro que se ha creado en el hospital y en el hay dos sopranos, Margarita e Isabel, que conocen a tu hermana. Se ve que en algún momento, en sus conversaciones, salio a relucir el nombre de Melón y tú hermana les dijo que ella había conocido a un tal Melón que fue discípulo de su hermana Emilia. Las dos- Margarita y Mercedes - me preguntaron si yo había tomado clases de música. ¿Te imaginas?. Me quede un poco parado, pues no alcanzaba a entender el motivo de semejante pregunta. Bueno ni que decir tiene que rápidamente , comprendí el motivo y el sentido de la pregunta y la nervosidad inicial, se cambio por un montón de recuerdos atropellados llenos de humanidad ternura y cariño. Me prometí que tenia que escribirte en mi blog, entre otras cosas porque sabia que tu máxima ilusión, era llegar a dirigir una coral y te iba a alegrar que ahora – aquel mal alumno de piano - cantase en un coro.
Recuerdo, muy bien, cuando comenzaste a dar clases de solfeo y piano a mi hija, que desgraciadamente abandono en el cuarto curso. No hace mucho estuvo en casa trasteando el piano y hablamos de ti. Luego estuvimos ojeando los cuadernos, llenos de anotaciones tuyas, con bastante nostalgia, creo yo. Decidió llevárselos a su casa. Ya esta casada y tengo una nieta. Ojala que vuelva a retomar el piano. Yo no dejo tocar algo de vez en cuando, que me parece un buen entrenamiento del cerebro al igual que cantar, que no es cosa fácil y me requiere una dedicación/estudio notable y con resultados nada brillantes. Con todo, te cuento, que nuestro Director esta satisfecho con la progresión del coro, lo cual naturalmente nos anima y encandila.

Tengo que deciros, que Emilia fue una mujer no corriente. Era profesora de música en un colegio y desde muy temprana edad afectada por una esclerosis múltiple. Siguió trabajando hasta que su enfermedad la fue limitando, de tal manera, que llego un momento en que no podía manejar sus dedos y finalmente la confino en casa, con una incapacidad total. Aun en aquella situación, lo recuerdo muy claramente, con que ilusión me hablaba de sus proyectos y de la esperanza en el tratamiento que estaba siguiendo ó de algún otro que iba a emprender. Una fisioterapeuta del hospital, que la trato durante mucho tiempo, siempre que la preguntaba por Emilia, me decía lo mismo: “Que fuerza vital la de Emilia –nunca se queja- y que maravilla el trato/cuidados que la procura su Madre”.
La ultima vez que la vi estaba en situación de cama sillón maravillosamente atendida por su madre y su hermana. Estaba sentada en la cama, con el pelo suelto y mucho ángel en su cara. Estuvimos charlando un rato. Me dijo que estaba componiendo algo que interpretarían unos amigos suyos. Poco después acudí a la LA FIDULA, una pequeña sala en la calle de las hileras, donde se toco su música.

Con cariño PepeMelon

1 comentario:

  1. Pepe,creo que eres un hombre que lleva la serenidad en el alma. Me ha gustado mucho tu carta a Emilia, a ella también seguro, y sobre todo que al leerla, a uno se le relaja el alma, porque aunque estas personas, no estén con nosotros, podemos comunicarnos con ellos de esta manera tan sencilla. Tu carta servirá para endulzar la navidad de la madre de Emilia y Rosa.

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