viernes, 9 de mayo de 2008

La primera historia

Madrid a 9 de mayode 2008

En estos días aun precoces de mi jubilación, poniendo en orden mis papeles, acorde con mi nueva situación, me encontré, con el libro de Josefa Rivera, Historia del Hospital Universitario de la Princesa, y una carpeta con los documentos fundacionales de AHUPA y la dirección de su página Web. Ojeando este material, me asalto la idea, de porque no escribir “otra historia” del hospital con los recuerdo y experiencias de todos los que hemos pasado por el. Me refiero a todos esas cosas / historia que surgen espontáneamente en las conversaciones distendidas que tenemos cuando nos reunimos por uno u otro motivo. Son historias a cerca de de cómo era todo aquello, visto desde la perspectiva personal de cada uno y contado con la misma sencillez con la que con frecuencia hablamos de ello.

En mi caso se trata de una historia que guardo con gran cariño. En ella me veo como era: un médico recién graduado lleno de ilusiones, embarcado en un proyecto que consistía, en obtener una válvula aortica del corazón de un cerdo e implantarla en un corazón humano. Esto para la segunda mitad de los años sesenta era algo fantástico. Ahora que lo estoy recordando no me perdono, el no haber hablado de esto en al acto celebrado “in memoriam" al Dr. Castro Fariñas. Un día de 1966, él nos contó, a Ramón Arcas, a Vicente Rico y a mi, su idea de realizar una sustitución valvular aortica con una bioprótesis heteróloga preparada por nosotros en el hospital. Para ello solo disponíamos de ideas, la logística del hospital, la escasa información de Vinnet (Francia) y de O’brien (Australia), que habían realizado la intervención un año antes y muchas ganas.

Un día por semana, íbamos al matadero municipal de Legazpi. Con un medidor que nos habíamos diseñado, lo introducíamos por una sección transversal de la aorta, para conocer su diámetro. Si este era apropiado, con unos cortes obteníamos una parte del corazón sin dañar la válvula aórtica y lo introducíamos en suero salino refrigerado. Nos despediamos de Paquito y regresabamos rapidamente al hospital, en el coche del Dr.Torrente o del Dr.Rodriguez.

El proceso de preparación consistía en dejar el anillo aórtico con sus tres valvas y medio centímetro de pared aórtica. Llegamos a tener una notable destreza en este proceso de preparación de las válvulas. Esta operación la hacíamos en ambiente estéril nada más llegar. Luego las introducíamos en unos frascos de cristal muy aparentes para la ocasión, que Arcas se había conseguido no se donde. Los etiquetábamos con la fecha, diámetro de la válvula y el tipo de líquido conservador. Luego los bajábamos a el frigorífico de la farmacia donde el Dr. Montilla se hacia cargo de ellas. Su colaboración fue crucial. Gracias a él, tuvimos dos soluciones conservadoras: una de antibióticos y otra de glutaraldehido. Después de bastantes ensayos conseguimos que los cultivos de las válvulas fueran estériles sin deterioro de la estructura histológica.

Hicimos multiples implantes de estas válvulas en corazones de cerdo,para poner a puntola tecnica quirurgica.Los primeros ensayos clínicos, los hicimos, usando los velos valvulares para realización de timpanoplastias, que llevo a cabo el Dr. Zabala. El resultado funcional fue perfecto y no hubo infección ni rechazo en ningún caso. Nos sentimos muy satisfechos. La idea funcionaba

Finalmente en abril de 1967 realizamos la primera sustitución valvular aortica con una válvula aortica de cerdo, que habíamos preparado en el hospital. Me acuerdo muy bien Yo vivía entonces en el hospital. Me pase la noche auscultando a la paciente: segundo tono aortico perfecto y ausencia de soplos. Era estupendo.
Recuerdo la cara de admiración de todos los que auscultaban a la paciente. De forma muy especial al Dr. Castro Fariñas, que me decía mientras auscultaba a la paciente: “ha oído usted Melón”. También recuerdo a un cardiólogo de otro hospital. al que acompañaba el Dr. Martín, auscultando a la paciente. El cambio de la auscultación del pre al postoperatorio era espectacular. Era la de un corazon normal y que nada tenia que ver con el tremendo sonido de la vavulas metalicas de entonces. Este énfasis que pongo en la ausculacion,tiene su explicación en que por entonces de la ecocardiografia no se habia inventado,de modo, que lo unico que teniamos era el fonendo.

Al final del primer año,aparecen los primeros casos de recidiva de insuficiencia aortica protesica. Se empezo a pensar que la forma de evitar esto era suturar la válvula a un anillo de titanio forrado de dacron y luego suturar este al anulo aortico. Poco tiempo después, un dia, una marca comercial, nos presento una válvula aortica,exactamente igual a las preparadas por nosotros, suturada en un anillo
Ni que decir tiene que aquí acabo nuestra aventura, pues conseguir nosotros, los anillos para fijar a ellos las válvulas que traíamos del matadero excedía a las expectativas más optimistas. Nuestra historia esta pues, en lo que fueron los origenes de las actuales bioprótesis aorticas.

Historias como esta han hecho posible que el hospital – como dice su actual Gerente Dr.Gomez Zamora en el prologo al libro de Josefa Rivera – haya sido capaz de “…cabalgar sobre tres siglos y  siempre en primera linea.”

Seria estupendo que os decidierais a escribir vuestra historia en el ciberespacio; en el BLOG de AHUPA. Podeis contactar comigo (pepemelon@gmail.com) o con cualquier otro miembro de la asociación.

Jose Melon

3 comentarios:

  1. Vista esta Historia, comento que me gustaría leer mas de estas cosas para ver como era mi Hospital antes de mi época.
    Ricardo Rodríguez Moreno igueldo@gmail.com

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  2. Me ha encantado ver como por fin se ha roto el hielo con esta primera historia de nuestras vidas por el Hospital. Más aún por el cariño que me une con algunos de sus protagonistas. A ver si nos animamos todos y saturamos el blog. Un beso. Pepa Rivera.

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